Presentación

En este blog de sencilla presentación y segura descuidada apariencia, pretendo compartir con las personas más próximas aficiones, inquietudes, preocupaciones, compromiso, así como todas aquellas situaciones vividas cuya experiencia pudiera ser de utilidad.


Creo que será un sencillo blog de amplias variedades algún día, en el que tendrán cabida la música que he disfrutado en mis inolvidables años de pública intervención como músico eternamente aprendiz, mi compromiso irremediable con la discapacidad visual y con sus procesos de formación académica, mi afición por la disciplina de los recursos humanos y algunas otras cuestiones emocionales o familiares que seguro irán surgiendo.

Espero poder aportar y testimoniar con el blog afecto a las personas que me han acompañado y acompañan en mi vida, y arrancar a sus visitantes sensibilidad y alguna sonrisa. También compartir aquello que más valoro en la vertiente pública de mi plano personal.


Procuro no olvidar nunca que:

La vida es una escuela de enseñanzas y un banco de desafíos. Nada que realmente valga la pena debe quedar sin hacer y nadie que te muestre su sincero afecto ha de quedar sin ser generosamente correspondido.

martes, 20 de febrero de 2024

De los triciclos a los mosquitos


En estos últimos años, muchos pontevedreses venimos añorando no poder hacer uso del Paseo de Valle Inclán, que discurre por encima del río de los Gafos atravesando buena parte del Barrio de CAMPOLONGO y que, con acertadas o erradas razones fue cubierto en los años 70 por el Concello de Pontevedra, seguro con un muy importante desembolso de las arcas públicas que sin duda privó a los vecinos de la ciudad de otras obras necesarias en aquel momento.

 

En este espacio, entre juegos y actividades,  aprendimos a caminar, también sobre ruedas, varias generaciones de pontevedreses y, debo afirmar, que como niño y como padre disfruté de una gran seguridad en los miles de metros cuadrados plenamente accesibles de este entorno. Creo que esta sensación que yo hoy afirmo, sería mayoritariamente corroborada por mis conciudadanos.

 

Hace unos años surgió la inquietud de volver a destapar este tramo del río y prolongar una pretendida bucólica senda fluvial, que si atendemos a su tramo previo deja mucho que desear en accesibilidad, iluminación, seguridad, mantenimiento y limpieza, al tiempo que no podemos obviar que el caudal del río genera frecuentes crecidas fuera de sus márgenes en los meses de invierno.

 

Considero principalmente que el gran problema radica en que el barrio ya no conoce su antiguo río y, lo que es más importante, el río de los Gafos ya no conoce el muy cambiado barrio de CAMPOLONGO, así, quien decida destaparlo, será responsable de que éste conviva muy cerca de varios edificios, de un parque infantil recientemente planificado y ejecutado, y lo que es más preocupante, de cuatro centros escolares de educación infantil y primaria. Por ello, quien tome esta decisión colectiva,  tendría que ser también deudor de sus previsibles y nefastas consecuencias en caso de suceder alguna desgracia.

 

No me gusta nada la velocidad del agua ni su olor a cloaca, cuando asoma tras cruzar bajo la calle General Rubín y, me temo que esta obra que será causa de uno de los mayores dispendios del actual siglo en la ciudad, no solo privará a sus vecinos inmediatos de un espacio seguro y accesible que ahora habrá que poner al servicio de la necesaria ribera, si no que se convertirá en un lugar de inseguridad para los habituales usuarios del entorno, que será frecuentemente anegado por las conocidas y contrastadas crecidas, sucio, también como  consecuencia de lo anterior y lleno de mosquitos.

 

Como conclusión, lamento mucho que hace ya casi tres años nuestros regidores municipales nos hayan privado de este espacio bajo el argumento de su alto riesgo de derrumbe, cercando el acceso a todo su perímetro y demostrándose incapaces de resolver la prioritaria supuesta causa del inminente peligro. Además, en todo este período de enrejados e impedimentos del paso, algunas de estas zonas se han convertido en una pocilga impropia de una ciudad de la tercera década del siglo XXI. Algunos estarán satisfechos por ello:

 

yo no.                     

sábado, 25 de marzo de 2023

Plataformas únicas: ¿Accesibilidad universal? Para algunos: verdadera milonga.

Soy una persona ciega y por lo tanto me identifico plenamente con las dificultades que el colectivo al que pertenezco se encuentra diariamente, con mayor o menor medida, en las calles de nuestros pueblos y ciudades. Por ello ni puedo ni debo postularme como representante de las necesidades y circunstancias que enfrentan otras personas con movilidad reducida.

Me gustaría que las plataformas únicas sean espacios exclusivos para los peatones, libres de obstáculos y con referencias táctiles y lineales como todo ingenuo ciudadano podría pensar de buena fe.

Si usted, que destina unos minutos a leerme piensa esto, le digo categóricamente que no es así. Que desgraciadamente para mi colectivo es una milonga.

Cuando las ciudades eran incómodas, poco amables, antiguas,  .., los peatones teníamos generalmente aceras. ¿Aceras? Sí, aceras, aquellos lugares, hoy para mí idílicos, por los que generalmente no circulaban vehículos de motor. Por ellas podíamos deambular con más o menos obstáculos, en la casi segura creencia que no te atropellaría un coche o una motocicleta, como también estábamos seguros de que el estacionamiento de un vehículo en ellas era un evidente incumplimiento por lo que sería muy visible y por ello fácilmente multado.

En las más civilizadas ciudades de hoy día, para las que los instruidos en urbanismo moderno, exponen cuentan con “accesibilidad universal”, hemos alcanzado como decía anteriormente el falso convencimiento de una evolución favorable para todos; no es así, las personas ciegas nos hemos quedado discriminadas de manera muy sensible.

¿por qué?

Muy fácil de entender. Vamos, cierra los ojos y atrévete a calzar mis zapatos y empuñar mi bastón blanco.

  • Las personas ciegas nos ubicamos cuando encontramos en una calle un obstáculo conocido y permanente. Una rejilla de recogida de aguas pluviales, una farola, una papelera, principalmente una fachada, un bordillo o un muro... y, ya de modo ideal, un encaminamiento, (cambio homogéneo de textura en el pavimento que nos dirige de un punto a otro). Por ello siempre es conveniente poder localizar estos puntos guía, que además deben estar convenientemente ubicados, alineados y no dispersos sin criterio como lamentablemente es cada vez más habitual en lugares con verdaderas colecciones de mobiliario urbano estéril.
  • Las nuevas plataformas únicas, permiten el estacionamiento de vehículos temporalmente, así como la carga y descarga, pero ahora, para ello no se prevé un punto reservado, protegido y delimitado, sino que es un estacionamiento indiscriminado. ¿y Dónde suelen parar los vehículos? Generalmente en los límites acotados, habitualmente junto a las fachadas que son precisamente los principales elementos de referencia y guía de las personas ciegas, por lo que te ha sido fácil anticipar y entender la consecuencia. 
  • ¿Incomodidad o peligro grande? Muchas veces si chocamos con un coche, con paciencia o mucha paciencia lo bordeamos hasta volver a encontrar nuestro referente. Frecuentemente esta maniobra es múltiple y cansina en espacios reducidos, ya que un estacionamiento atrevido o no permitido, suele ocasionar reclamo a otros infractores. Pero en ocasiones, hay puertas o portones abiertos, camiones con un remolque alto, elementos suspendidos en el aire, ..., con lo que nuestro buen amigo, el bastón guía, pasa por debajo del obstáculo y, ¡sí!, nos lo encontramos con mucho peligro con la zona alta del cuerpo más vulnerable y mucho más dolorosa y peligrosa.
  • ¿Dónde aparcan los vehículos en las plataformas únicas? Pues parafraseando a quien para mí ha sido un ilustre presidente nacional que además presume de pontevedrés a donde va: “donde les peta”, que es precisamente luego donde petamos nosotros los ciegos.

Finalmente, lo aquí dicho, quien lo quiera entender que lo entienda, quien lo quiera olvidar, que lo olvide, pero quien lo deba solucionar, que lo solucione.

PD: no quiero dejar de denunciar en este post, que es una vergüenza que se renueven redes semafóricas en las ciudades y no se implanten sistemas de aviso acústico, con la proliferación de vehículos eléctricos que no emiten casi ruido, cruzar es: ...


Sí, lo has acertado,

¡Un suicidio!

Fdo. José Angel Abraldes Rodeyro


martes, 8 de diciembre de 2020

40 años sin Lennon

Tenía 14 años cuando uno de los primeros discos que me compré fue un doble álbum de título “canciones de amor de “The Beatles” 

¡Seguro que la aguja del tocadiscos que había en mi casa recorrió decenas de kilómetros desplazándose por la doble cara de los surcos de aquellos dos maravillosos vinilos! 

A partir de aquí mi devoción y fidelidad al grupo de Liverpool me acompañó durante toda mi vida y a sus canciones y a su biografía no dejo de volver recurrentemente. 

En aquel 8 de diciembre del año 1982 previamente a la adquisición indicada, escuché en la radio con motivo del II aniversario de la trágica muerte de John Lennon dos canciones encadenadas que fueron las que me indujeron mi primer impulso por llegar al mundo de este grupo mágico y emblemático. Estas canciones fueron: “Octopus Garden” y “Strawberry Fields Forever” 

En mayo de 1983 tuve la suerte de poder viajar a New York donde vivía mi primo Emilio. Allí a emilio y a su novia Carolina, les pedí insistentemente que me llevaran al lugar donde John Lennon había sido asesinado delante de su residencia en el edificio Dackota en las proximidades del Central Park neoyorquino y, ante este inmueble, Carolina me hizo esta fotografía.
Tras el paso de 40 años privados de las grandiosas canciones que seguro John Lennon nos hubiera regalado, Sirva este recuerdo como sencillo y particular homenaje a este monstruo de la música del siglo XX, quien, unido al no menos excepcional Paul McCartney, constituyó la pareja más fructífera en la historia de este arte.

domingo, 17 de junio de 2018

Sólo 30 años después

¡Sólo 30 años después!


Seguro que el día 21 de mayo de 1988, cuando cuatro inseparables amigos nos acercábamos a la mayoría de edad, no imaginábamos cuantas alegrías y tristezas nos ofrecería la vida. Ese sábado 21 de mayo de 1988 fue la última vez que actuamos en donde había sido nuestro local de ensayo, también nuestra casa, el salón de actos del Colegio de la ONCE en Pontevedra, en el día de su tradicional fiesta colegial.



Aquel verano de 1988 fue especial y, juntos alcanzamos muchas experiencias de la mano de la música, esa maravillosa razón que reunió nuestros caminos durante 6 hermosos años de la adolescencia e incipiente juventud.

Los cuatro Juntos en ese último verano, conocimos numerosos lugares de Galicia, enfrentamos muchos retos: nuevas canciones, la exigencia y el calor del público, ¡cómo atacaba el sueño a las 03:00 h. de la mañana y cómo te seguían pidiendo insistentemente la canción del verano cuando la luna empezaba a aburrirse de ser vista!

¡Qué lindo era instalar al atardecer el equipo y qué cansino era recogerlo cerca de la madrugada, tragando la polvareda que se había levantado en el lugar de la verbena,  esquivando a los borrachines del pueblo que querían seguir disfrutando la fiesta a su manera, siempre  rodeados de porros, petardos y botellas rotas.



Un día a finales de agosto de ese año y habiendo atendido todas nuestras actuaciones y compromisos, los cuatro amigos  nos deseábamos suerte y, con dolor, con mucho dolor, decidíamos finalizar la aventura musical y tomar caminos distintos en la vida para comenzar a descubrir cada uno su senda de futuro dándonos, en lo musical, un hasta pronto, un hasta pronto  que mucho deseábamos que sobreviniera y que trágicamente ya no llegaría.

Sólo 30 años después han pasado muchas cosas, algunas provechosas, alegres,  positivas, otras tristes, muy tristes y desgraciadas.

Con motivo del 75º aniversario del maravilloso centro educativo de la ONCE en Pontevedra, el día 26 de mayo de 2018 y con la colaboración de José Carlos, Miguel, Antonio y nuestra querida hermanita Rosa, (aquella preciosa niña que en 1986 a los cuatro amigos enamoró poniendo en el grupo su voz, su cultura musical, sensibilidad   y dulzura) y; condicionado por el corazón paralizado y con emociones difícilmente domables, ...., con mi querido amigo Paco volví a tocar en ese espacio en el que tantas veces estuve y, con los ojos mojados y con la vista nublada, retorné a escuchar las mismas voces y sonidos que antaño oía y ahora recordaba.



A la agrupación constituida para la ocasión la denominamos “Recuerdos de Saturno”, evocación de ese planeta frío, grande y enigmático que nos dio nombre artístico para un proyecto musical entre 1987 y 1988 y que ha quedado ligado imborrable a nuestra existencia. Sin duda fueron quince minutos intensos, rítmica y armónicamente fugaces y hondamente emotivos, cargados de sensaciones, emociones y sentimientos y que tuvieron como permanente epicentro la distancia geográfica con Javi y la memoria permanente de la irremediable ausencia de Armando sucedida el 10 de octubre de 1989.


Es precisamente a ellos dos a los que dedicamos este post y la música de este día, como son también a quienes más hemos añorado en esta jornada tan feliz, como digo:

¡Sólo  30 años después!




jueves, 12 de enero de 2017

Vivencias en la pérdida visual.

EXPERIENCIAS Y ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA VIVENCIA DE LA PÉRDIDA VISUAL.

Era muy pequeño cuando se me diagnosticó una retinosis pigmentaria Recesiva ligada al sexo o al cromosoma “X”. Dicha enfermedad hereditaria no constituyó sorpresa para mis padres dado que con matemática precisión se había manifestado en el 100% de los varones de mi familia, tal y como, eso sí, preveía la genética para un 50% de los casos. Por lo tanto mi madre conocía bien la realidad al haber sido su padre afectado por retinosis pigmentaria y presentarla también 3 de sus sobrinos varones hijos de la única hermana con descendencia.

En resumen, un afectado de retinosis pigmentaria  ligada al cromosoma X no puede transmitírsela a su hijo, pero todas sus hijas serán portadoras, y una portadora tiene un riesgo del 50% de tener un hijo afectado, y el mismo riesgo de tener una hija portadora como ella misma.

Se trata de una patología afortunadamente de evolución lenta, lo cual me ha permitido contar en la infancia y en la juventud con un resto visual suficiente para disfrutar de múltiples experiencias y aficiones, así como de una muy aceptable autonomía personal.

Los síntomas habituales e iniciales de mi tipología de retinosis pigmentaria fueron:

- CEGUERA NOCTURNA progresiva, que se manifiesta como una muy deficiente adaptación a la oscuridad o a los lugares poco iluminados.

- REDUCCIÓN DEL CAMPO visual, desapareciendo progresivamente la visión central y avanzando dicha pérdida gradualmente hacia la periférica, obligando a girar la cabeza para, mediante el rastreo, suplir la ausencia de campo visual y poder ver lo que hay delante. La pérdida y su progresión la podemos imaginar en un círculo central que se sitúa frente al centro del ojo y que se va haciendo más grande haciendo desaparecer de dentro a fuera la totalidad de la visión. Es muy importante y al tiempo muy peligroso para nuestra seguridad la realidad visual que conseguimos cuando tras rastrear visualmente, retenemos una imagen cerebralmente en nuestra memoria sin percibirla efectivamente en su totalidad, la cual consolidamos y, si un apartado de esta cambia en un espacio muerto de nuestro campo visual, no somos conscientes de ello y podemos tropezar. Además cuando hemos conocido un espacio muy bien y lo hemos visto o reconocido en el pasado remoto o inmediato, muchas veces creemos seguir viéndolo igual. Yo tengo la irracional máxima de que veo mejor donde conozco que donde no conozco y, esa confianza o seguridad excesiva, muchas veces es origen de peligro.

- DESLUMBRAMIENTOS, teniendo muchas dificultades cuando hay contrastes al unísono muy altos de luz y sombra. El deslumbramiento me resulta más intolerable a medida que pierdo la visión funcional.

- Radical pérdida de la agudeza visual, cesando muy pronto la capacidad de leer o distinguir caras a corta/media distancia, contar dedos a más de 3 metros, .... En mi caso estos efectos surgieron hacia los 10 años de edad.

- Dificultad progresiva en discriminar los colores y necesidad de un buen contraste para apreciar las imágenes. A los 15 años perdí la inquietud por tratar de ver fotografías y la recuperé hacia los 30 al verlas en pantallas de TV. Esta afición por causa de la disminución visual la volví a perder a los 40.

Hasta los 6 años, viviendo en Vilagarcía de Arousa, provincia de Pontevedra, asistí a escuelas ordinarias donde, no ausente de dificultades, mi baja agudeza visual me permitía leer caracteres gráficos ampliados y muy bien marcados para tener el mayor contraste.

En el mes de mayo de 1974, cuando alcanzaba 6 años de edad, mis padres me afiliaron a la ONCE, proceso que se gestionó en la Agencia que esta Institución tenía en dicha población.

La condición de afiliado a la ONCE me abrió la puerta a la única salida que en aquellos años había para un discapacitado visual que quisiese estudiar con garantías de adecuada atención docente la educación obligatoria. Esta solución era matricularse en uno de los 4 colegios específicos para niños ciegos que la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) tenía en aquel tiempo en España.
 Afortunadamente uno de estos 4 colegios se hallaba a 25 Km De mi casa en Pontevedra, lo cual me permitió no tener que alejarme de mi familia, dado que las otras alternativas se encontraban en Madrid, Alicante y Sevilla, por lo que frente a otros niños del territorio español he de reconocer, ¡tuve muchísima suerte!

Si bien en los primeros años conservaba aún buena capacidad visual para desarrollar actividades de juego infantil, autonomía personal, deambular por espacios desconocidos y participar en actividades deportivas las cuales me apasionaban, tras el ingreso en el colegio de ciegos aprendí durante los 3 primeros meses el código de lecto-escritura Braille, el cual ya me acompañó de por vida, siendo el principal medio que pude tener en mis diferentes etapas educativas para acceder a la información, al estudio y a la expresión escrita.

Allí también, por imitación inicialmente, adquirí en exceso la utilización de técnicas de adaptación a la total falta de visión, que ponía en práctica para la búsqueda de objetos caídos o de reconocimiento táctil de elementos y espacios. Estas habilidades que inicialmente no le gustaban nada a mi padre al considerar que no utilizaba suficientemente el resto que aún conservaba, con el tiempo y la progresiva pérdida visual,  me resultaron de elevado provecho.
 Las personas con discapacidad visual debemos incrementar la percepción de los demás sentidos, especialmente  del oído, el tacto y el olfato. Seguro las personas con visión normal en su vida cotidiana no perciben algunos estímulos mediante estos tres sentidos dado que la vista tiene un efecto anulador.
Hace unos años un representante vecinal que hacía una ruta experimental con un antifaz en un momento en el que llovía, me decía que nunca había sido consciente del ruido que hacen las gotas de agua en el paraguas. En mi caso, la ausencia de este sonido es lo que me advierte que debo cerrarlo.

Junto a las disciplinas propias a la entonces vigente Educación General Básica en España, en el colegio de ciegos de Pontevedra adquirí conocimientos ampliamente útiles como fueron: aprender a escribir en teclado Qwerty, disfrutar y relacionarme con y a través de la música y la práctica de múltiples modalidades deportivas, con lo mucho que ello aporta en la autonomía personal y la relación social con semejantes. También aprendí a querer y a conocer mejor la ONCE, sus valores, sus principios, su historia,  a sus integrantes y las necesidades que con ellos compartía y me identificaban.

A los 15 años dejé el colegio específico para comenzar a estudiar bachillerato en un instituto de la misma ciudad. Este fue un proceso muy áspero dado que me encontré en un entorno que, pese a su gran voluntad de colaboración con mis necesidades, desconocía los medios y las soluciones para sortearlas, por lo que, dificultado por la adolescente vergüenza, (mi discapacidad visual la sabía y podía disimular aún en muchos contextos), debí liderar yo el proceso de formación necesaria para mi integración escolar. A continuación cursé la carrera de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela habiendo alcanzado importante autonomía personal en el estudio y en la gestión de mis necesidades específicas. No obstante, en todo este tiempo tuve gran ayuda de personas que me leían textos, especialmente dentro de la familia más próxima, así como compañeros extraordinarios que se coordinaban conmigo para que mediante la entrega de sus apuntes o la lectura de éstos en voz alta con mi presencia y con grabadora encendida, fueran fuente de nacimiento o transferencia de contenidos lectivos.

Durante los 9 años que transcurrieron durante este proceso, en el contenido académico no sufrí merma por la importante pérdida visual que sin duda se produjo, dado que mi método de estudio consolidado no requería el uso de la vista, apoyándome en el Braille como sistema de lecto-escritura, las adaptaciones en relieve y el uso de audio-libros.

Agradezco que a partir del penúltimo curso de carrera pude tener un anotador digital denominado Eureca, de fabricación australiana y que tenía una voz sintética que era casi ininteligible al principio. Este recurso me permitió una gran autonomía de estudio y una atención en clase más activa al tener que tomar yo mis propios apuntes. Este paso, también satisfactorio e integrador, consiguió una importante mejoría en mis calificaciones en los últimos dos años de carrera.

En estos años se produjeron cambios visuales importantes en mis capacidades al dejar de ser apto para andar con precaución en bicicleta. También comencé a tener dificultades importantes para practicar el fútbol que era mi deporte predilecto así como comencé a no poder desplazarme con soltura en espacios desconocidos sin contar con la luz solar.

Si bien no sabía o quería apreciar la pérdida visual que se producía, comencé a tratar de memorizar año a año lo que alcanzaba a ver o a hacer. En concreto recuerdo tratar de recordar mis límites visuales identificando elementos lejanos en la playa de As Sinas en Vilanova de Arousa, la cual frecuentaba todos los veranos con mis padres, lo cual me permitió acreditar la reducción progresiva del funcionamiento de las células foto receptoras de la retina.

En aquella época cuando me hallaba estudiando en Santiago de Compostela, ciudad con alto flujo de paseantes en las calles y plazas, tenía importante dificultad para caminar con la rapidez que a mí me gustaba y compatibilizar dicha marcha con la gente que se cruzaba o se situaba fuera de mi campo visual, especialmente cuando el suelo estaba mojado y por ello padecía un mayor deslumbramiento. Para superar esta situación, desarrollé la picardía de identificar a alguien que fuese en mi dirección y, con la discreción suficiente, tratar de seguir su camino. Similar estrategia utilizo actualmente en aceras oscuras y con mayor margen de distancia precedido por algún viandante cuyos pasos sean bien percibidos auditivamente. Subrayar en este punto que es preferible caminar siempre por nuestra derecha, por lo que seguir referentes que caminen por su izquierda es peligroso dado que, o bien nos situamos fuera del camino correcto o, si no aflojamos la marcha, encontramos el flujo de peatones en contra, por lo que siempre ante esta circunstancia conviene dejar la máxima distancia para que el transeúnte que viene en dirección contraria tenga espacio para corregir su lado.

Es curioso pero en la actualidad, con mucho menor resto visual, en ocasiones el perfume o el hecho de ir fumando quien me precede en una acera, me proporciona orientación olfativa. No es para nada despreciable la altísima información que el olfato presta en la orientación espacial cuando se carece de vista. Caminando por una calle podemos detectar establecimientos comerciales mediante este sentido y con ello conocer el punto en el que nos hallamos en una ruta habitual, todo ello porque una ferretería, una tienda de ropa, una farmacia o una pescadería tienen aromas muy distintos. También nos puede advertir del peligro de resbalar el olor de un suelo recién fregado.

No sé si se trata de una leyenda o tiene valor científico probado, pero siempre escuché que los brotes significativos de empeoramiento en mi patología, momentos de máxima variación visual, suceden durante la década de los veinte y en la de los 40 años de edad. Creo que dicha afirmación anticipa la realidad que yo he vivido.

En los procesos de pérdida visual hay dos tiempos de apreciable dificultad personal y social, especialmente condicionados por los entornos más próximos. Estos son: el uso del Braille como sistema lecto-escritor y el uso del bastón blanco, este último en sus funciones progresivas, compatibles y complementarias de identificar al sujeto que lo lleva y protegerlo/guiarlo.

Todas las personas que no tienen una capacidad adecuada de lectura en soporte tinta, tanto en velocidad lectora como en resistencia, de no conocer también el código Braille tienen gran riesgo de rozar el analfabetismo funcional, si  no cuentan con éste como medio alternativo, compatible y complementario. Sin duda en el estudio debemos optar por el sistema más favorable y rentable cuando se dispone de alternativas, por lo que unas veces seremos más eficientes escribiendo en tinta o en Braille, leyendo en los sistemas referidos o en un ordenador o con una voz natural. Por ello cuantas más puertas tengamos para abrir más fácil será abordar un proceso de comunicación en las distintas circunstancias que debamos emprender.

La primera vez que tomé un bastón y realicé un recorrido largo, descubrí en él, además de la incomodidad de llevar un brazo ocupado y ser consciente que en gran parte del recorrido todavía no me resultaba su uso imprescindible, la consecuencia que quien se chocaba conmigo pasaba a pedirme perdón y no a recriminarme o a mostrarse incómodo por el tropiezo. Además portar bastón te garantiza que los peligros o apuros inminentes suelen ser advertidos por terceros que aprecian esta situación, siendo esto último muy importante para la seguridad personal propia y ajena, dado que en ocasiones también podemos producir daños a terceros.

Por ello afirmo contundentemente que es un error no afrontar con decisión máxima y compromiso firme estos dos momentos. Seguro nos ayudarán de modo determinante en nuestro futuro.

Es muy importante transmitir socialmente la dificultad que se tiene y expresar los límites que podemos sufrir en cada momento, lo cual hay que indicar también no es nada fácil. En las primeras semanas estudiando 1º de Derecho en Santiago de Compostela, recuerdo como un día dos compañeras que se sentaban cerca de mí en algunas ocasiones, me dijeron que en un momento anterior a conocer que yo tenía grandes problemas visuales, me habían considerado o raro o mal educado. La causa es que mi afabilidad con ellas en clase en el contacto personal no guardaba correlación con otros momentos cuando nos cruzábamos en los pasillos o en la calle donde no las saludaba. ¡Nunca me volvió a pasar esta circunstancia dado que aprendí a advertir mi discapacidad desde el primer momento!

Es siempre buena estrategia para ser ayudado una buena dosis de humildad, la arrogancia y la soberbia puede ser enemigas voraces de la solidaridad y empatía por parte de terceros.

A los ciegos hay muchas cosas que nos llevan más tiempo hacer, lo cual nunca debe ser considerado como imposibilidad o que los demás deben efectuarlas por nosotros. Este particular tiene mucha importancia en la niñez donde habitualmente los padres solemos ser actores de una excesiva sobreprotección. Otra cuestión relacionada con el tiempo y con la seguridad de máxima importancia para una persona ciega, es el orden estricto, tanto personal como de las personas que comparten el hogar. ¡Se pierde muchísimo tiempo en resolver el caos y los descuidos propios y ajenos!

Hace algunos años leí una cita de Jorge Luis Borges:

“La ceguera gradual no es cosa trágica, es como un largo atardecer de verano”

Hoy ya hago mía esa frase no sólo con relación a su significado psíquico, también respecto a su efecto físico. En la actualidad en la segunda parte de la década de los 40, predominan en mi discernimiento de la paleta de colores, la sensación de visión de tonalidades amarillas, rosas, naranjas, ocres, doradas, ... No obstante con los ojos cerrados sigo imaginando una adecuada combinación de colores físicos aunque ya hayan pasado varios años sin poder reconfirmarlo sensorialmente.

Afortunadamente en la actualidad vivimos una explosión de sensibilidad social y política hacia la accesibilidad de los entornos urbanos. Lamentablemente en todo este proceso no se atiende tanto a los discapacitados sensoriales e intelectuales como a los discapacitados físicos, dado que erradamente en muchos gestores de la cosa pública, existe la identificación de accesibilidad con la denominada barrera arquitectónica y con las sillas de ruedas.

Por ello en nuestras ciudades han desaparecido los pequeños escalones y para la discapacidad visual se han implantado cambios de textura en las aceras con distintos sistemas que, gracias al tacto podal que nos trasmiten las suelas de nuestros zapatos y a la información del bastón blanco, nos permiten reconocer los puntos de cruce, pero no se logra consolidar una instalación universal bien regulada y mantenida de semáforos acústicos que minimicen el siempre heroico acto de cruzar una vía urbana a ciegas.

También ha habido un amable fenómeno de ampliación de aceras que paralelamente han consolidado un mayor desorden e invasión de estas por parte de elementos como mobiliario urbano, vehículos estacionados en ellas, terrazas de bares y cafeterías de incierta autorización administrativa, jardineras y una larga lista de ejemplos, que especialmente obstaculizan las líneas de las fachadas de los edificios o los pequeños bordillos de interior de las aceras que sirven como segura guía y referencia al bastón del peatón ciego. También es curioso que la iluminación en las ciudades actualmente se destina más a embellecer los entornos y a no contaminar la panorámica de las estrellas que a alumbrar a los ciudadanos y proporcionarle confort y seguridad. En muchas ocasiones se agradece más la iluminación de los establecimientos comerciales que la del propio alumbrado público. Creo que algo está fallando en este sentido.

En los centros oficiales con atención al público, oficinas de correos, centros de salud, ..., proliferan pantallas informativas que a los ciegos nos hacen ser víctimas de desinformación. Al tiempo y como contraste es de felicitar y agradecer las iniciativas del transporte en ferrocarril y en avión ante la implantación del servicio de una persona de acompañamiento.

Es precisa una mayor concienciación y comportamiento cívico por parte de los dueños de mascotas en las ciudades. En una ocasión al impartir una charla en un centro educativo un alumno me preguntaba si pisaba muchas cacas de perro. Yo le respondí que pisaba matemáticamente todas las que el no, por lo que, cuando al caminar apartase su pie de un excremento, se acordara de mi.

También el progreso en la deseable eliminación del ruido de los coches nos está trayendo una sustancial situación de peligro con los denominados vehículos silenciosos. Es un gran riesgo no poder percibir acústicamente su presencia, por lo que será necesario que pronto cuenten con un elemento sonoro de identificación y advertencia.

Considero no obstante que hemos avanzado muchísimo y estamos dentro del camino de consolidar una apreciable normalización e inclusión de todos los colectivos desfavorecidos en nuestras sociedades de presente y de futuro. Voluntad social pública entiendo que a nadie le falta; en todo caso apuesto personalmente por la formación decidida en los centros académicos, destinada a los más jóvenes y la implantación de la asignatura de accesibilidad y diseño universal en muchas de las carreras universitarias y estudios de formación profesional dirigidos al trabajo directo con las personas o con la construcción y elaboración de espacios y elementos de su vida cotidiana.

La accesibilidad y el diseño universal, tarde o temprano:

¡¡Es cosa de todos y para todos!!

viernes, 18 de diciembre de 2015

En tus manos

Compuse la música de la canción “En tus manos” en 1990 y como muchas de aquellas inquietudes de juventud quedó finalizada sin llegar a ser grabada ni interpretada.

Tras la experiencia del trabajo “Amigo dame fuerza al caminar”, canción finalizada el pasado año 2014 con motivo del XXV aniversario del fallecimiento de mi inolvidable amigo Armando Fernández Carracelas, (también compuesta en aquella época), reviví la inquietud de mantener viva la llama de la música activa en el pequeño espacio de mi vida personal que a dicho fin puedo destinar.

Para realizar este proyecto me ayudaron activamente Antonio Villanueva, quien además de colaborar con eficacia en la nueva letra de la canción, grabó guitarras, bajo, así como se encargó de la mezcla y producción, siendo además el causante de muchos de sus arreglos y mi querida Marta González Quintana con quien tuve la oportunidad de trabajar en el ámbito profesional durante 4 años y quien  aportó algunas variaciones sobre el estribillo inicial así como puso en primera línea de la canción su extraordinaria voz.

¡Miguel González es un batería de lujo! La precisión de su ejecución musical y las nuevas formas rítmicas que añadió consiguieron una mayor ligereza a la balada.

Laura Villanueva, hija de Antonio a quien el arte de la música le viene dado por estirpe,  puso con frescura su acordeón en el solo que se encuentra tras el segundo estribillo.

Fueron mi mujer Marián Lorenzo y mis hijos José Angel y Elena quienes protagonizaron el reportaje visual que acompaña a la canción, la primera dejando testimonio de su afición a la fotografía y los segundos compartiendo su nativa ilusión.

Roberto Baquero nuevamente puso sus conocimientos informáticos a disposición del proyecto para realizar el montaje audiovisual final.

El hecho de colaborar Marta en esta canción, me orientó a que su letra versara sobre la atención educativa de los niños ciegos, por lo que el texto y sincronizada mente la presentación visual, recogen múltiples situaciones cotidianas en las que, por medio de las manos, las personas ciegas podemos canalizar, desde lo particular a lo general, el conocimiento de los objetos.

Letra de la canción:

En tus manos

In your hands

Dedicada:
Para todos los educadores de los niños ciegos del mundo
For all the blind children´s teachers in the world
.........

En tus manos encuentro,
una forma de sentir y aprender.
En tus dedos la imagen,
que construyes yo la veo nacer.
Una nube en el aire,
aparece sólo cuando tú estás.
Cuando siento al tiempo esperar.

A tu lado descubro,
un trabajo que, no quiere ser.
A tu lado contenta,
yo te veo escribir y leer.
Una nube que escucha,
cada nota y, cada color,
se moldea delante de mi voz.

Y descubro la magia,
de unas manos que quieren aprender.
Y descubres un mundo,
que te ayuda como tú-a-él también.
Una idea en tus manos,
un camino que no se detendrá,
una meta a la que llegarás.

herramientas del tacto,
con las que puedes escribir y leer.
Defendiendo en un plano,
 El lugar por donde te vas a mover.
me gusta verte jugando,
controlando siempre a tu alrededor,
con un sexto sentido observador.

El relieve de un libro,
Son palabras de hoy, mañana y ayer.
Mariposas de tela,
en un río de cartón es un pez.
De algodón son las nubes,
que Ocultan a un botón que es el sol,
Con tus dedos descubres el color.

Contigo siento la magia,
veo como no dejas de crecer.
Entre voces y luces,
yo te escucho y te siento aprender.
Ambos vemos futuro,
recorremos el camino a la par.
Ambos somos uno, somos más.

Contigo siento la magia,
veo como no dejas de crecer.
Entre voces y luces,
yo te escucho y te siento aprender.
Ambos vemos futuro,
recorremos el camino a la par.
Ambos somos uno, somos más,
Ambos somos uno, somos más,
Ambos somos uno, somos más.
.........

Canción original de: José Angel Abraldes Rodeyro

Con arreglos de: Marta González Quintana y Antonio Villanueva Aréa

Voz solista: Marta González Quintana

Guitarras y bajo: Antonio Villanueva Aréa

Batería: Miguel González González

Acordeón: Laura Villanueva Rodríguez

Piano y teclados: José Angel Abraldes Rodeyro

Grabación, mezcla y producción: Antonio Villanueva Aréa

Fotografía: Marián Lorenzo Prego

Montaje audiovisual: Roberto Baquero Pérez

Con el singular agradecimiento a José Angel y a Elena por prestarnos sus pequeñas manos y haber
querido compartir también con nosotros este proyecto.

Nuestro admirado reconocimiento a la ONCE por la elaboración de recursos específicos que contribuyen a favorecer la inclusión de los niños ciegos en la educación y en el juego.

A continuación puedes ver el vídeo de la canción:



Vídeo: https://youtu.be/yxoNjdqUy7s

viernes, 14 de agosto de 2015

4 años en el Instituto Valle Inclán de Pontevedra.

Un día de comienzos del mes de octubre de 1984, sintiendo en la piel los coletazos de un temporal que había visitado la tierra gallega y que fue bautizado como “Hortensia”, junto a algunos vecinos de mi misma edad, me dirigía hacia el instituto Valle Inclán de Pontevedra, donde comenzaría mis estudios de Bachillerato.


¡Era un reto incorporarme en aquellos años a un centro integrado escolarmente tras haber cursado 9 años en el mejor colegio específico para niños ciegos del mundo!

Imagen con una vista parcial de la fachada principal del Centro de Recursos Educativos de la ONCE en Pontevedra.

Los primeros días, aún muy desorientado, pude tener experiencias muy distintas que aún recuerdo y, si bien mi resto visual en aquel tiempo era muy superior al que ahora conservo, casi todos aquellos momentos y todas las sensaciones vividas las relaciono con texturas, olores, sonidos,..., muchas de ellas en aquellas pobladas aulas que contrastaban mi experiencia de no haber compartido clase con más de 10 compañeros en mi anterior centro académico especializado en la enseñanza de niños ciegos.

En la imagen la fachada principal del Instituto Valle Inclán en Pontevedra.

En mi memoria sensorial se conservan aromas distintos para mí en aquellos días, como era el propio a las gomas de borrar, las tintas que impregnaban libros, cuadernos y cartulinas, los barnices de aquellas imponentes puertas y contras que cerraban las aulas, quizás aún frescos por haber sido adecentadas en el pasado inmediato, ... La realidad de convivir con 40 compañeros en cada aula quienes en nuestra adolescencia y a primera hora de la mañana nos mostrábamos ricos aromas de moda en aquellos años.

El encerado y las tizas eran elementos extraños para mí, dado que se trata de un recurso absurdo en un colegio de ciegos. No obstante me fue muy útil el uso del polvillo de la tiza para la lectura braille en textos reproducidos en láminas de plástico, el cual adhería a mis dedos índices facilitándome suavizar el rozamiento incómodo bajo mi piel que me frenaba al leer por largo tiempo en braille, sobre aquel material distinto al papel tradicional, siempre mucho más agradable.

También viví mucho más mi ciudad, las sensaciones fantásticas que producía caminarla las mañanas y las tardes de los días lectivos respirando su actividad y escuchando la banda sonora de la acción de sus gentes. Hasta entonces yo participaba de la educación intensa matinal y vespertina como mediopensionista en un centro de internado que me ocultaba este nuevo paisaje diario y a donde no llegaba en otoño el olor de las castañas que eran asadas en los hornos con forma de tren y promocionadas mediante el repique de sus campanas.


En la imagen la fachada lateral del Instituto Valle Inclán en Pontevedra.

Me agradaba el magnífico entorno que abriga y rodea al inmueble del Instituto Valle Inclán, el sonido y la textura que percibía en su suelo al caminar, ... Sus espacios verdes y arbolados me siguen resultando hoy un lugar mágico.

Así transcurrieron en aquel vetusto edificio de techos altos, piedras desnudas, señorial acceso y sombrío paraninfo, ..., 4 especiales años de mi vida.

25 años después, gracias a una preciosa iniciativa que nos hizo coincidir en una emotiva cena, pude reencontrarme con muchos de mis viejos compañeros y amigos y con ello lograr que revivieran todos aquellos recuerdos y experiencias.

Siempre he procurado ponerle música a lo que más aprecio y, ¡esta etapa vivida lo merece!

De esta inquietud surge “Mañana te veo en el Valle Inclán”, canción con la que, tras ya haber transcurrido un cuarto de siglo, pretendo recordar mis vivencias y con ello, también rememorar alguna con las que seguro también se identificarán muchos de mis viejos compañeros y amigos.

¡Espero que os guste y que algún día la podamos cantar a coro!


Mañana te veo en el Valle Inclán.

Estrofa 1:

Transcurre el mes de octubre,
un nuevo curso empieza
la lluvia se desliza por mi piel,

Aromas de una clase,
el suave tacto de las tizas,
muchas voces se escuchan a la vez.

Escaleras de madera,
sus puertas imponentes,
biblioteca, un gimnasio y su bar.

Hojas secas en el suelo,
el olor de las castañas,
tras el 13 de diciembre es navidad.

Estribillo:

Muchos años han pasado y aquí estoy,
recordando experiencias y amistad,
un paseo en las palmeras,
ofreciéndonos la mano,
mañana te veo en el Valle Inclán.

Estrofa 2:

El frío en mi rostro,
invierno en Pontevedra,
o Antroido, su verbena, Ravachol.

El curso se hace duro,
bibliotecas ocupadas,
cómo siento palpitar mi corazón.

Olor a primavera,
el tacto de la hierba,
en la alameda ya acompaña el calor,

Llegó el fin de curso,
el verano que ya empieza,
Sanxenxo, Aguete y Major.

Estribillo:

Muchos años han pasado y aquí estoy,
recordando experiencias y amistad,
un paseo en las palmeras,
ofreciéndonos la mano,
mañana te veo en el Valle Inclán.

Muchos años han pasado y aquí estoy,
recordando experiencias y amistad,
un paseo junto al río,
ofreciéndonos la mano,
mañana te veo en el Valle Inclán.

Muchos años han pasado y aquí estoy,
recordando experiencias y amistad,
un paseo en la Herrería,
ofreciéndonos la mano,
mañana te veo en el Valle Inclán,
mañana te veo en el Valle Inclán,
mañana te veo en el Valle Inclán.

Finalizo agradeciendo a Marián su ayuda realizando las fotos que se insertan en el audiovisual y sus coros en las últimas vueltas del estribillo. También a Roberto por su esencial participación en el montaje fusionando con la canción textos e imágenes con excelente maestría.

Video