Presentación

En este blog de sencilla presentación y segura descuidada apariencia, pretendo compartir con las personas más próximas aficiones, inquietudes, preocupaciones, compromiso, así como todas aquellas situaciones vividas cuya experiencia pudiera ser de utilidad.


Creo que será un sencillo blog de amplias variedades algún día, en el que tendrán cabida la música que he disfrutado en mis inolvidables años de pública intervención como músico eternamente aprendiz, mi compromiso irremediable con la discapacidad visual y con sus procesos de formación académica, mi afición por la disciplina de los recursos humanos y algunas otras cuestiones emocionales o familiares que seguro irán surgiendo.

Espero poder aportar y testimoniar con el blog afecto a las personas que me han acompañado y acompañan en mi vida, y arrancar a sus visitantes sensibilidad y alguna sonrisa. También compartir aquello que más valoro en la vertiente pública de mi plano personal.


Procuro no olvidar nunca que:

La vida es una escuela de enseñanzas y un banco de desafíos. Nada que realmente valga la pena debe quedar sin hacer y nadie que te muestre su sincero afecto ha de quedar sin ser generosamente correspondido.

viernes, 14 de agosto de 2015

4 años en el Instituto Valle Inclán de Pontevedra.

Un día de comienzos del mes de octubre de 1984, sintiendo en la piel los coletazos de un temporal que había visitado la tierra gallega y que fue bautizado como “Hortensia”, junto a algunos vecinos de mi misma edad, me dirigía hacia el instituto Valle Inclán de Pontevedra, donde comenzaría mis estudios de Bachillerato.


¡Era un reto incorporarme en aquellos años a un centro integrado escolarmente tras haber cursado 9 años en el mejor colegio específico para niños ciegos del mundo!

Imagen con una vista parcial de la fachada principal del Centro de Recursos Educativos de la ONCE en Pontevedra.

Los primeros días, aún muy desorientado, pude tener experiencias muy distintas que aún recuerdo y, si bien mi resto visual en aquel tiempo era muy superior al que ahora conservo, casi todos aquellos momentos y todas las sensaciones vividas las relaciono con texturas, olores, sonidos,..., muchas de ellas en aquellas pobladas aulas que contrastaban mi experiencia de no haber compartido clase con más de 10 compañeros en mi anterior centro académico especializado en la enseñanza de niños ciegos.

En la imagen la fachada principal del Instituto Valle Inclán en Pontevedra.

En mi memoria sensorial se conservan aromas distintos para mí en aquellos días, como era el propio a las gomas de borrar, las tintas que impregnaban libros, cuadernos y cartulinas, los barnices de aquellas imponentes puertas y contras que cerraban las aulas, quizás aún frescos por haber sido adecentadas en el pasado inmediato, ... La realidad de convivir con 40 compañeros en cada aula quienes en nuestra adolescencia y a primera hora de la mañana nos mostrábamos ricos aromas de moda en aquellos años.

El encerado y las tizas eran elementos extraños para mí, dado que se trata de un recurso absurdo en un colegio de ciegos. No obstante me fue muy útil el uso del polvillo de la tiza para la lectura braille en textos reproducidos en láminas de plástico, el cual adhería a mis dedos índices facilitándome suavizar el rozamiento incómodo bajo mi piel que me frenaba al leer por largo tiempo en braille, sobre aquel material distinto al papel tradicional, siempre mucho más agradable.

También viví mucho más mi ciudad, las sensaciones fantásticas que producía caminarla las mañanas y las tardes de los días lectivos respirando su actividad y escuchando la banda sonora de la acción de sus gentes. Hasta entonces yo participaba de la educación intensa matinal y vespertina como mediopensionista en un centro de internado que me ocultaba este nuevo paisaje diario y a donde no llegaba en otoño el olor de las castañas que eran asadas en los hornos con forma de tren y promocionadas mediante el repique de sus campanas.


En la imagen la fachada lateral del Instituto Valle Inclán en Pontevedra.

Me agradaba el magnífico entorno que abriga y rodea al inmueble del Instituto Valle Inclán, el sonido y la textura que percibía en su suelo al caminar, ... Sus espacios verdes y arbolados me siguen resultando hoy un lugar mágico.

Así transcurrieron en aquel vetusto edificio de techos altos, piedras desnudas, señorial acceso y sombrío paraninfo, ..., 4 especiales años de mi vida.

25 años después, gracias a una preciosa iniciativa que nos hizo coincidir en una emotiva cena, pude reencontrarme con muchos de mis viejos compañeros y amigos y con ello lograr que revivieran todos aquellos recuerdos y experiencias.

Siempre he procurado ponerle música a lo que más aprecio y, ¡esta etapa vivida lo merece!

De esta inquietud surge “Mañana te veo en el Valle Inclán”, canción con la que, tras ya haber transcurrido un cuarto de siglo, pretendo recordar mis vivencias y con ello, también rememorar alguna con las que seguro también se identificarán muchos de mis viejos compañeros y amigos.

¡Espero que os guste y que algún día la podamos cantar a coro!


Mañana te veo en el Valle Inclán.

Estrofa 1:

Transcurre el mes de octubre,
un nuevo curso empieza
la lluvia se desliza por mi piel,

Aromas de una clase,
el suave tacto de las tizas,
muchas voces se escuchan a la vez.

Escaleras de madera,
sus puertas imponentes,
biblioteca, un gimnasio y su bar.

Hojas secas en el suelo,
el olor de las castañas,
tras el 13 de diciembre es navidad.

Estribillo:

Muchos años han pasado y aquí estoy,
recordando experiencias y amistad,
un paseo en las palmeras,
ofreciéndonos la mano,
mañana te veo en el Valle Inclán.

Estrofa 2:

El frío en mi rostro,
invierno en Pontevedra,
o Antroido, su verbena, Ravachol.

El curso se hace duro,
bibliotecas ocupadas,
cómo siento palpitar mi corazón.

Olor a primavera,
el tacto de la hierba,
en la alameda ya acompaña el calor,

Llegó el fin de curso,
el verano que ya empieza,
Sanxenxo, Aguete y Major.

Estribillo:

Muchos años han pasado y aquí estoy,
recordando experiencias y amistad,
un paseo en las palmeras,
ofreciéndonos la mano,
mañana te veo en el Valle Inclán.

Muchos años han pasado y aquí estoy,
recordando experiencias y amistad,
un paseo junto al río,
ofreciéndonos la mano,
mañana te veo en el Valle Inclán.

Muchos años han pasado y aquí estoy,
recordando experiencias y amistad,
un paseo en la Herrería,
ofreciéndonos la mano,
mañana te veo en el Valle Inclán,
mañana te veo en el Valle Inclán,
mañana te veo en el Valle Inclán.

Finalizo agradeciendo a Marián su ayuda realizando las fotos que se insertan en el audiovisual y sus coros en las últimas vueltas del estribillo. También a Roberto por su esencial participación en el montaje fusionando con la canción textos e imágenes con excelente maestría.

Video