Presentación

En este blog de sencilla presentación y segura descuidada apariencia, pretendo compartir con las personas más próximas aficiones, inquietudes, preocupaciones, compromiso, así como todas aquellas situaciones vividas cuya experiencia pudiera ser de utilidad.


Creo que será un sencillo blog de amplias variedades algún día, en el que tendrán cabida la música que he disfrutado en mis inolvidables años de pública intervención como músico eternamente aprendiz, mi compromiso irremediable con la discapacidad visual y con sus procesos de formación académica, mi afición por la disciplina de los recursos humanos y algunas otras cuestiones emocionales o familiares que seguro irán surgiendo.

Espero poder aportar y testimoniar con el blog afecto a las personas que me han acompañado y acompañan en mi vida, y arrancar a sus visitantes sensibilidad y alguna sonrisa. También compartir aquello que más valoro en la vertiente pública de mi plano personal.


Procuro no olvidar nunca que:

La vida es una escuela de enseñanzas y un banco de desafíos. Nada que realmente valga la pena debe quedar sin hacer y nadie que te muestre su sincero afecto ha de quedar sin ser generosamente correspondido.

martes, 20 de febrero de 2024

De los triciclos a los mosquitos


En estos últimos años, muchos pontevedreses venimos añorando no poder hacer uso del Paseo de Valle Inclán, que discurre por encima del río de los Gafos atravesando buena parte del Barrio de CAMPOLONGO y que, con acertadas o erradas razones fue cubierto en los años 70 por el Concello de Pontevedra, seguro con un muy importante desembolso de las arcas públicas que sin duda privó a los vecinos de la ciudad de otras obras necesarias en aquel momento.

 

En este espacio, entre juegos y actividades,  aprendimos a caminar, también sobre ruedas, varias generaciones de pontevedreses y, debo afirmar, que como niño y como padre disfruté de una gran seguridad en los miles de metros cuadrados plenamente accesibles de este entorno. Creo que esta sensación que yo hoy afirmo, sería mayoritariamente corroborada por mis conciudadanos.

 

Hace unos años surgió la inquietud de volver a destapar este tramo del río y prolongar una pretendida bucólica senda fluvial, que si atendemos a su tramo previo deja mucho que desear en accesibilidad, iluminación, seguridad, mantenimiento y limpieza, al tiempo que no podemos obviar que el caudal del río genera frecuentes crecidas fuera de sus márgenes en los meses de invierno.

 

Considero principalmente que el gran problema radica en que el barrio ya no conoce su antiguo río y, lo que es más importante, el río de los Gafos ya no conoce el muy cambiado barrio de CAMPOLONGO, así, quien decida destaparlo, será responsable de que éste conviva muy cerca de varios edificios, de un parque infantil recientemente planificado y ejecutado, y lo que es más preocupante, de cuatro centros escolares de educación infantil y primaria. Por ello, quien tome esta decisión colectiva,  tendría que ser también deudor de sus previsibles y nefastas consecuencias en caso de suceder alguna desgracia.

 

No me gusta nada la velocidad del agua ni su olor a cloaca, cuando asoma tras cruzar bajo la calle General Rubín y, me temo que esta obra que será causa de uno de los mayores dispendios del actual siglo en la ciudad, no solo privará a sus vecinos inmediatos de un espacio seguro y accesible que ahora habrá que poner al servicio de la necesaria ribera, si no que se convertirá en un lugar de inseguridad para los habituales usuarios del entorno, que será frecuentemente anegado por las conocidas y contrastadas crecidas, sucio, también como  consecuencia de lo anterior y lleno de mosquitos.

 

Como conclusión, lamento mucho que hace ya casi tres años nuestros regidores municipales nos hayan privado de este espacio bajo el argumento de su alto riesgo de derrumbe, cercando el acceso a todo su perímetro y demostrándose incapaces de resolver la prioritaria supuesta causa del inminente peligro. Además, en todo este período de enrejados e impedimentos del paso, algunas de estas zonas se han convertido en una pocilga impropia de una ciudad de la tercera década del siglo XXI. Algunos estarán satisfechos por ello:

 

yo no.